La escultura gótica se inicia a mediados del siglo XII en la Isla de Francia, alcanzando su apogeo en el siglo XIII y llegando a sus últimas manifestaciones en el primer tercio del siglo XVI. El escultor gótico abandona los convencionalismos que habían informado las manifestaciones escultóricas en el románico. El naturalismo, la humanización de la divinidad, la exposición clara y ordenada son los caracteres esenciales de la escultura gótica.
Al carácter rudo, con cierto convencionalismo, de la escultura gótica de la segunda mitad del siglo XII, sucede en el XIII la época de mayor esplendor de esta escultura en Francia, que se difunde por toda Europa occidental. Es la época de la construcción de las grandes catedrales. Es una escultura de belleza serena y majestuosa, de cierto sabor clásico, con vestidos sencillos, en los que los pliegues caen con gran simplicidad. A fines de este siglo se buscan los efectos pintorescos, se hace anecdótica y narrativa. Al tipo de belleza ideal, platónica, perseguida por los escultores del siglo XIII, se opone una corriente que sustituye la belleza abstracta por la real: es el arte del retrato. Al mismo tiempo los plegados se multiplican en numerosos y pequeños pliegues sinuosos, a los que contribuyen las siluetas de las figuras, que sé incurvan en un movimiento gracioso. Las Vírgenes, como el Crucificado en la Cruz, se incurvan apoyándose sobre una pierna, mientras el Niño juega con un pájaro, un fruto o una flor, bajo la complaciente mirada de su Madre.
A fines del siglo XIV se impone un estilo originario de Borgoña, en el que el arte del retrato se perfecciona y los vestidos pierden sus múltiples curvas caligráficas, que se transforman en pliegues angulosos y quebrados, como en la pintura. Sé copian escenas de la vida real para las representaciones, y la tendencia sentimental iniciada en el siglo XIV conduce al más hondo patetismo. Los temas patéticos se prodigan, la representación de martirios, la Piedad, los Cristos sangrantes, los esqueletos roídos por gusanos, cte., son habituales.
La escultura gótica se halla subordinada a la arquitectura. Desaparecen las representaciones iconográficas en los capiteles, que son reemplazados por temas vegetales, directamente inspirados en la naturaleza, en los que, no obstante, se mezclan a veces temas animados.
Son las portadas de las catedrales, fundamentalmente las de los pies del templo y brazos del crucero, los conjuntos más acabados de la escultura gótica. En ellas se desarrollan los temas iconográficos con la máxima claridad compositiva. Estatuas de bulto redondo, apóstoles o profetas, adosadas a jambas y mainel: tímpano, dividido en fajas, con relieves: Juicio Final, Vida de la Virgen o de Jesús, o vida de, Santos; y en las arquivoltas, bajo doseletes, ángeles, ancianos del Apocalipsis, u otras figuras, siguiendo la dirección, de la curva del arco.
Completan la decoración escultórica de la fachada otras esculturas, repartidas en torres y ángulos, o, como en Francia, galería de arcos que cobijan estatuas. Después de las portadas son los relieves del trascoro, y, sobre todo, las estatuas en las capillas funerarias, los que siguen en importancia.
Pintura Gótica
La peculiar estructura del templo gótico, que presenta escasos espacios aptos para ser decorados con pinturas murales, imposibilita el desarrollo de la pintura monumental" que presenta escasos ejemplares. Es en las vidrieras de los ventanales y en los códices miniados donde se desarrolla la pintura gótica, de la primera época; pero bien pronto, con la pintura en tabla, son los retablos los que alcanzan un principal interés y en los que se conservan las principales muestras de la pintura gótica.
En la evolución de la pintura gótica pueden distinguirse varias fases. Hacia 11250, la pintura gótica en Francia se halla plenamente formada, extendiéndose su influencia hasta mediados del siglo XIV. Alcanza esta pintura franco-gótica su momento culminante en la primera mitad del siglo XIV, coexistiendo luego con el estilo sienés hasta 1400. Esta pintura francogótica se halla inspirada en la técnica de los iluminadores, que siguen el estilo de las vidrieras y esculturas. Como en éstas, se renuncia a la estilización románica, tanto en las actitudes como en el estudio de las formas y paños, observadas en la realidad; aparecen con más frecuencia trozos de paisajes y construcciones en el fondo, con somero, estudio de perspectiva lineal, a la vez que en las figuras piérdese la majestad románica, sustituida por la tendencia hacia lo naturalista y anecdótico. Pero, no obstante, presenta ciertos convencionalismos que la caracterizan como a la escultura, es decir, el tipo oval de cabeza de trazos finos y boca menuda, y hacia finos del siglo XIII la característica incurvación del cuerpo, al que acompaña un adecuado tratamiento de los paños, con esa típica afición del gótico a la línea curva. Al mismo tiempo, el brillante colorido coadyuva a los efectos de belleza, recibido por influencia de vidrieras y miniaturas.
A mediados del siglo XIV, y durante la segunda mitad del siglo, la influencia italiana, en especial de Siena, se difunde por Europa. Es la escuela sienesa la que ha roto en Italia con los lazos de la estilización románica y bizantina y ha llegado, dentro de la línea del espíritu gótico, a los más profundos resultados en cuanto a las formas, junto a un rico y luminoso colorido, con lo que muestran las altas cualidades de la pintura para el adorno monumental de paredes y retablos. El estilo de Duccio, fijado por Simone Martini, cuyos trabajos en Avignon contribuyen a la difusión del estilo, se propaga por el occidente europeo. La escuela sienesa, más en armonía que la florentina con el estilo gótico del resto de Europa, renuncia con Duccio al formalismo de los prototipos de Bizancio, invistiéndole con naturalismo gótico, que triunfa con Simone Martini, más influido por el gótico francés.
Hacia fines del siglo XIV la manera sienesa, probablemente por una creciente influencia de lo flamenco y francés, comenzó a asumir algunas características que dieron por resultado la creación del llamado «estilo internacional», que prevalece en Europa hasta que es sustituido en, la segunda mitad del siglo XV por la influencia flamenca, última etapa del arte gótico. El estilo internacional presenta muchas características típicamente sienesas, tales como la afición a las figuras alargadas y líneas caligráficas, especialmente en los espléndidos ropajes, rico colorido y otras características que contribuyen a los efectos de riqueza y bajo los cuales los estudios de forma y espacio quedan reducidos al mínimo. Junto a estas características presenta un naturalismo no sienés y otras características, que es normalmente adscrito a artistas flamencos y franceses, tales como la introducción de temas secundarios, anecdóticos, con una cierta tendencia a la caricatura, incluso a la extravagancia: cuidados retratos, como en las pequeñas figuras de los donadores y, por último, la persistencia de la indumentaria francesa, entonces en boga, y que muestra, por otra parte, el indudable origen francés del movimiento.
Un último periodo lo representa, en la segunda mitad del siglo XV y primer decenio de la siguiente centuria, la difusión de la escuela flamenca, que propaga la técnica al óleo, las composiciones patéticas, el brillante colorido y la técnica minuciosa y en fin, todas las características de esta escuela, que constituye una de las bases esenciales en la formación de la pintura de la Edad Moderna.
Al carácter rudo, con cierto convencionalismo, de la escultura gótica de la segunda mitad del siglo XII, sucede en el XIII la época de mayor esplendor de esta escultura en Francia, que se difunde por toda Europa occidental. Es la época de la construcción de las grandes catedrales. Es una escultura de belleza serena y majestuosa, de cierto sabor clásico, con vestidos sencillos, en los que los pliegues caen con gran simplicidad. A fines de este siglo se buscan los efectos pintorescos, se hace anecdótica y narrativa. Al tipo de belleza ideal, platónica, perseguida por los escultores del siglo XIII, se opone una corriente que sustituye la belleza abstracta por la real: es el arte del retrato. Al mismo tiempo los plegados se multiplican en numerosos y pequeños pliegues sinuosos, a los que contribuyen las siluetas de las figuras, que sé incurvan en un movimiento gracioso. Las Vírgenes, como el Crucificado en la Cruz, se incurvan apoyándose sobre una pierna, mientras el Niño juega con un pájaro, un fruto o una flor, bajo la complaciente mirada de su Madre.
A fines del siglo XIV se impone un estilo originario de Borgoña, en el que el arte del retrato se perfecciona y los vestidos pierden sus múltiples curvas caligráficas, que se transforman en pliegues angulosos y quebrados, como en la pintura. Sé copian escenas de la vida real para las representaciones, y la tendencia sentimental iniciada en el siglo XIV conduce al más hondo patetismo. Los temas patéticos se prodigan, la representación de martirios, la Piedad, los Cristos sangrantes, los esqueletos roídos por gusanos, cte., son habituales.
La escultura gótica se halla subordinada a la arquitectura. Desaparecen las representaciones iconográficas en los capiteles, que son reemplazados por temas vegetales, directamente inspirados en la naturaleza, en los que, no obstante, se mezclan a veces temas animados.
Son las portadas de las catedrales, fundamentalmente las de los pies del templo y brazos del crucero, los conjuntos más acabados de la escultura gótica. En ellas se desarrollan los temas iconográficos con la máxima claridad compositiva. Estatuas de bulto redondo, apóstoles o profetas, adosadas a jambas y mainel: tímpano, dividido en fajas, con relieves: Juicio Final, Vida de la Virgen o de Jesús, o vida de, Santos; y en las arquivoltas, bajo doseletes, ángeles, ancianos del Apocalipsis, u otras figuras, siguiendo la dirección, de la curva del arco.
Completan la decoración escultórica de la fachada otras esculturas, repartidas en torres y ángulos, o, como en Francia, galería de arcos que cobijan estatuas. Después de las portadas son los relieves del trascoro, y, sobre todo, las estatuas en las capillas funerarias, los que siguen en importancia.
Pintura Gótica
La peculiar estructura del templo gótico, que presenta escasos espacios aptos para ser decorados con pinturas murales, imposibilita el desarrollo de la pintura monumental" que presenta escasos ejemplares. Es en las vidrieras de los ventanales y en los códices miniados donde se desarrolla la pintura gótica, de la primera época; pero bien pronto, con la pintura en tabla, son los retablos los que alcanzan un principal interés y en los que se conservan las principales muestras de la pintura gótica.
En la evolución de la pintura gótica pueden distinguirse varias fases. Hacia 11250, la pintura gótica en Francia se halla plenamente formada, extendiéndose su influencia hasta mediados del siglo XIV. Alcanza esta pintura franco-gótica su momento culminante en la primera mitad del siglo XIV, coexistiendo luego con el estilo sienés hasta 1400. Esta pintura francogótica se halla inspirada en la técnica de los iluminadores, que siguen el estilo de las vidrieras y esculturas. Como en éstas, se renuncia a la estilización románica, tanto en las actitudes como en el estudio de las formas y paños, observadas en la realidad; aparecen con más frecuencia trozos de paisajes y construcciones en el fondo, con somero, estudio de perspectiva lineal, a la vez que en las figuras piérdese la majestad románica, sustituida por la tendencia hacia lo naturalista y anecdótico. Pero, no obstante, presenta ciertos convencionalismos que la caracterizan como a la escultura, es decir, el tipo oval de cabeza de trazos finos y boca menuda, y hacia finos del siglo XIII la característica incurvación del cuerpo, al que acompaña un adecuado tratamiento de los paños, con esa típica afición del gótico a la línea curva. Al mismo tiempo, el brillante colorido coadyuva a los efectos de belleza, recibido por influencia de vidrieras y miniaturas.
A mediados del siglo XIV, y durante la segunda mitad del siglo, la influencia italiana, en especial de Siena, se difunde por Europa. Es la escuela sienesa la que ha roto en Italia con los lazos de la estilización románica y bizantina y ha llegado, dentro de la línea del espíritu gótico, a los más profundos resultados en cuanto a las formas, junto a un rico y luminoso colorido, con lo que muestran las altas cualidades de la pintura para el adorno monumental de paredes y retablos. El estilo de Duccio, fijado por Simone Martini, cuyos trabajos en Avignon contribuyen a la difusión del estilo, se propaga por el occidente europeo. La escuela sienesa, más en armonía que la florentina con el estilo gótico del resto de Europa, renuncia con Duccio al formalismo de los prototipos de Bizancio, invistiéndole con naturalismo gótico, que triunfa con Simone Martini, más influido por el gótico francés.
Hacia fines del siglo XIV la manera sienesa, probablemente por una creciente influencia de lo flamenco y francés, comenzó a asumir algunas características que dieron por resultado la creación del llamado «estilo internacional», que prevalece en Europa hasta que es sustituido en, la segunda mitad del siglo XV por la influencia flamenca, última etapa del arte gótico. El estilo internacional presenta muchas características típicamente sienesas, tales como la afición a las figuras alargadas y líneas caligráficas, especialmente en los espléndidos ropajes, rico colorido y otras características que contribuyen a los efectos de riqueza y bajo los cuales los estudios de forma y espacio quedan reducidos al mínimo. Junto a estas características presenta un naturalismo no sienés y otras características, que es normalmente adscrito a artistas flamencos y franceses, tales como la introducción de temas secundarios, anecdóticos, con una cierta tendencia a la caricatura, incluso a la extravagancia: cuidados retratos, como en las pequeñas figuras de los donadores y, por último, la persistencia de la indumentaria francesa, entonces en boga, y que muestra, por otra parte, el indudable origen francés del movimiento.
Un último periodo lo representa, en la segunda mitad del siglo XV y primer decenio de la siguiente centuria, la difusión de la escuela flamenca, que propaga la técnica al óleo, las composiciones patéticas, el brillante colorido y la técnica minuciosa y en fin, todas las características de esta escuela, que constituye una de las bases esenciales en la formación de la pintura de la Edad Moderna.
1 comentario:
Gracias, muchas gracias... me ayudo mucho lo que encontre aqui, te felicito!!!
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